Codos, brazos, bolsas de compras, algunos cabellos rebeldes que el viento soplaba, todos golpeaban a Jung mientras trataba de abrirse paso por la concurrida calle, alguno que otro pie también llegó a pisarlo, pero él estaba más concentrado en llegar a aquel estúpido club nocturno que, a según, estaba una cuadra y media más adelante.El coreano revisó su atuendo una vez más y apretó sus labios; unos tenis gastados y sucios, unos vaqueros entallados, algo rotos en ciertos lugares, marcando perfectamente sus largas y delgadas piernas, un suéter no tan amplio y no tan ajustado con su capucha baja, el color estaba algo opaco, parecía haber visto mejores días, y su cabello, claro y liso, algo despeinado para darle el último toque a su cubierta. Se suponía que Jung estaba personificado a un joven adicto que había perdido la mayoría de sus pertenencias debido a las d
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