Alan no durmió en resto de la noche, ahora no solo sufría porque Jeremith se llevaría a Rous, sino que también lo hacía por los términos en que ellos habían quedado por su culpa. Él por alejarla y así evitar que Rous se delatara delante de su esposo, le hirió el corazón, y odiaba haberlo hecho. Al otro día Rous le dijo a Jeremith que quería que Antonia fuera su dama de compañía, como él solo deseaba contentarla aceptó sin ningún problema; pero Antonia viajaría a Chicago días después. Rous regresó a su habitación, Antonia estaba atendiendo a la niña. —¿Qué dijo el Alfa señora? —Rous respondió con una sonrisa: —Dijo que si podías ir conmigo. —¿Me alegra mucho! Así podré conocer Estados Unidos y estaré cerca de usted. —Si Antonia —Dijo sonriendo, pero de inmediato se apagó su sonrisa—. Así al menos no estaré tan sola en esa mansión que no es otra cosa que el inferno para mí. —Antonia cabizbaja agregó: —No se ponga así señora, a lo
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