Esa noche, Francis subió con un plato de comida un poco más cargado de lo debido, llevando oculto un plato debajo del que estaba servido. —¿Por qué tanta comida? —preguntó su mamá. —Dicen que, luego de un evento traumático, las víctimas suelen responder de diferentes maneras, desde dejar de comer y volverse algo locas, hasta volverse algo glotonas, supongo que es eso —contestó Francis desde arriba. Su madre frunció el ceño y luego asintió. —Ajá, ¿Tengo que preocuparme más de lo debido? —No lo creo, estoy bien y estoy sana, supongo que no, ¿O sí? —Bien, llamaré mañana al Dr. John Fulton. —¿En serio? Pero sí estoy bien. —Eso lo dirá el Dr. Fulton, ¿De acuerdo? —Ay, Dios, pero es que… ¿Para qué? No hace falta, desde hace cuatro años que no tengo ningún problema, ¿O sí? —Solo será para evaluación, ¿Bien? Lo llamaría ahora, pero es tarde, mejor mañana, así vamos si lo requiere, de todas formas, no tienes clas
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