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Todos los capítulos de EL HOSPITAL EMBRUJADO: Capítulo 1 - Capítulo 10
23 chapters
UN. NUEVO FICHAJE
  El hospital provincial contaba con la unidad de cuidados paliativos más moderno y mejor valorado de toda España. Venían enfermos de todo el territorio nacional para ingresar en la unidad.Teresa Hernández era la directora del hospital y, debido a sus conocimientos de cómo paliar el dolor, también era la responsable de dicha unidad.Aunque contaba con un buen equipo de psicólogos, los enfermeros y enfermeras estaban específicamente preparados para ayudar a las personas en sus últimos momentos de vida. La queja principal venía dada por la falta de empatía del personal.La doctora Hernández justificaba esta carencia diciendo que debían mantener cierta distancia con los enfermos, pues, si no, podían verse afectados psicológicamente, si se implicaban emocionalmente con ellos, pero en el fondo le gustaría que el personal de la uni
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PAZ ESPIRITUAL
A primerísima hora de la mañana, Teresa fue en su coche al hotel de Felisa para llevarla al hospital, pues se tenía que llevar las maletas y no estaba precisamente cerca.Cuando llegó, la doctora Fernández preguntó en recepción por la habitación de Felisa y subió. Llamó a la puerta y la monja le abrió.—Hola, Tere, no tenías que haberte molestado, hubiera ido en taxi —insistió la monja.—No podía consentir que mi mejor fichaje tuviera que coger un taxi teniendo yo coche, amiga —respondió Teresa.—Todavía no sabes cómo trabajo y si soy buena o no —dijo Felisa.—Si lo que he visto es tan sólo la mitad de lo que sabes hacer, he visto bastante —comentó Teresa dándole una cariñosa palmadita en la espalda a su amiga.—Gracias por tu confianza, ¿me ayudas con las maletas?—De nada, por supuesto que te ayudo.Cogió una maleta cada una y bajaron directamente al parking, lugar en el que Teresa había aparcado su coche. Metieron las maleta
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UNA DECISIÓN EQUIVOCADA
Felisa ya sabía lo que tardaba una persona en morir, tras activar al máximo la perfusión de morfina, pero le intrigaba lo que hacían con las botellas que estaban medio vacía por lo que decidió preguntárselo a su amiga, así que fue a su despacho para hablar más tranquilamente.—Hola Teresa, ¿puedo pasar? —preguntó la monja.—Por supuesto, pasa Felisa —respondió la directora del hospital.—Hay algo que me intriga, ¿dónde van las botellas de morfina que no se vacían cuando alguien muere?—¿Por qué quieres saberlo?—Simplemente por curiosidad, por si acaso alguna vez estoy sola y tengo que quitarla yo —insistió Felisa.—Las tiramos al contenedor de material peligroso para destruirlo —dijo Teresa extrañada por aquella pregunta.—Anda amiga, no
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UNA MUERTE DULCE
El Hospital estaba revolucionado por la aparición del cadáver de ese hombre que en principio estaba bien, por lo que tuvo que activarse el protocolo para estos casos y nadie podía salir ni entrar en el hospital hasta que la policía diera permiso.Teresa estaba tan nerviosa que se había comido una tableta de chocolate que tenía en el cajón de su despacho.—¿Qué pasa jefa? —preguntó la jefa de enfermería cuando fue al despacho de la directora.—Que estoy que me subo por las paredes, con lo bien que iban las cosas, ahora pasa esto y encima mañana viene el Consejero de sanidad. Me quiero morir —respondió Teresa con la boca medio llena de chocolate.—No te preocupes, seguro que no es nada y todo se resuelve pronto.—Tienes razón, debemos mantener la calma e intentar que todo funcione lo mejor posible. Así que, vamos a hacer la ronda como todos los días. Por cierto, ¿has visto a Sor Felisa? —dijo la directora.—Creo que estaba en la capilla, iba a
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UNA EXTRAÑA PETICIÓN
La directora del hospital estaba de los nervios, por su cabeza pasaban todo tipo de teorías conspiratorias y empezó a elaborar una lista de sus posibles enemigos, pues pensaba que lo que estaba ocurriendo tenía que ver con ella.Una mujer con uniforme de policía fue al despacho de Teresa para hacerle unas preguntas, pues dos muertes en circunstancias sospechosas era demasiada coincidencia como para pensar que eran accidentes.—¿Se puede? —preguntó la agente.—Por supuesto, pase —afirmó Teresa.—Mi nombre es Paloma y soy teniente de la unidad de homicidios, quiero hacerle unas preguntas.—Dígame lo que quiere saber.—¿Tiene algún enemigo que quiera hacerle daño?—No conozco a nadie que tenga tanto odio como para eso.—Tampoco sabe, ¿quién puede querer fastidiar al hospital?—Tampoco se me ocurre, pero, no obstante, lo pensaré.—Necesitaré una lista de los empleados y ex empleados del hospital.—Se la darán e
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NOCHE DE BAILE
Se acercaba el aniversario de la apertura de la Unidad de cuidados paliativos del hospital provincial y todos los años se organizaba una cena y un baile de gala para recaudar fondos, pero este año Teresa no tenía muchas ganas de fiesta, pues, al final, también se había descubierto que habían desaparecido dos frascos más de ketamina, las dos muertes y los robos habían robado la alegría y las ganas de divertirse, pero debía organizar el baile de gala.Los problemas para la directora se incrementaban, pues la teniente Paloma había ido al hospital para preguntar por la chica que había encontrado Felisa.—Hola, Teresa, ¿tiene unos minutos para atenderme? —preguntó Paloma.—Hola, Paloma, por supuesto, siempre tengo tiempo para colaborar con la policía, ¿usted dirá? —comentó la directora del hospital.—¿Quién trajo a esa chica que está en la UCI, la más joven?—La encontró Sor Felisa a la puerta de un polígono.—¿Podría hablar con ella?—Por
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DIAGNÓSTICO ASESINATO
Tras tres muertes en circunstancias extrañas no había duda de que había un asesino o asesina dentro del hospital, pero en el caso de la muerte de la mujer del Embajador la autopsia había confirmado ese aspecto, pues había muerto por una embolia gaseosa, al ser un personaje de tanta transcendencia internacional la autopsia se había realizado en menos de veinticuatro horas.Al leer el informe Teresa se puso muy nerviosa, pues se trataba de alguien que tenía ciertos conocimientos de medicina, por lo que todo hacía pensar que era un trabajador del hospital.—Hola, Teresa, ¿puedo pasar? —preguntó Felisa al ir a ver a su amiga.—Hola, Felisa, pasa, me vendrá bien hablar con alguien —afirmó Teresa.—¿Qué te preocupa? —insistió la monja.—La mujer del Embajador ha muerto por una embolia gaseosa.—Había oído hablar de ella, pero no sé exactamente porqué se produce.—Consiste en el paso al torrente sanguíneo de un volumen de aire superior al qu
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CADA PECADO TIENE SU PENITENCIA
Los problemas en el hospital parecía que se multiplicaban, se produjo una infección en uno de los quirófanos y dos pacientes enfermaron, antes de que fuera descubierta la contaminación y fuera clausurado el quirófano.Felisa vio el camino abierto para poder conseguir más drogas y así producir esa sustancia que había prometido a Paco.—Hola, amiga, ¿cómo estás? —dijo la monja cuando fue al despacho de Teresa.—Estoy de los nervios, por si fuera poco lo de los asesinatos, ahora la contaminación del quirófano —contestó la directora.—Seguro que todo se soluciona muy pronto.—Ojalá tengas razón, pero como se entere la prensa estamos perdidos.—Tere, queda con Fernando y pásatelo bien, así te olvidarás un poco de lo que está pasando.—Solamente somos amigos, nada más Felisa.—Soy monja, pero no tonta, te hace ojitos y creo que a ti te hace tilín.—Anda amiga, no te montes películas —dijo la doctora.—Ya, ya, hazme caso
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CAOS
Cuando Fernando y Teresa llegaron al hospital, la entrada principal estaba llena de periodistas, ya se habían enterado de lo que pasaba y eso era porque había habido una filtración, interesada o no, pero iba a hacer mucho daño al hospital.La directora se tapó los ojos y se puso a llorar debido al estrés. El detective paró el coche en un sitio donde los periodistas no pudieran verlo y la abrazó, ella se acomodó entre sus brazos intentando buscar esa calma que no encontraba.—Tranquila, preciosa, todo va a salir bien —dijo él todavía abrazándola y dándole un beso en la cabeza.—Gracias de corazón, eres todo un caballero —respondió ella abrazándole más fuerte—Puedes entrar directamente al parking de empleados y así nos libraremos de la prensa —continuó diciendo.Una vez Teresa se hubo calmado un poco, él le ofreció uno de los chicles sabor chocolate que siempre llevaba y entró en el hospital por el parking subterráneo que era exclusivo de empleados.
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SITUACIÓN DESESPERADA
A pesar de contar con todo el apoyo de Fernando, Teresa no conseguía tranquilizarse, no sabía que decisión tomar, puesto que cerrar el hospital sería el final del Provincial y muchos pacientes se quedarían sin el tratamiento adecuado, pues era el único hospital con tratamientos experimentales, pero se estaba dando cuenta que sería la mejor opción si no quería que se produjeran más muertes.Esperaría a la inspección de sanidad para tomar una decisión. Haría lo mejor para los pacientes y el hospital por encima de sus propios intereses.Para despejarse y aclarar la mente, decidió irse un rato a nadar.El detective Fernando Andrade había preparado una escapada para los dos, sabía que Teresa necesitaba alejarse del hospital, olvidar el infierno por el que estaba pasando con todo lo que en él pasaba, pero sabía que no sería fácil convencerla, era toda una profesional y sería la última en abandonar el barco, así que ideó un plan que con toda seguridad daría los resulta
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