Esa vez no me separé cuando sentí los labios de Jed moverse, feroces, sobre los míos. Como siempre, no entendía lo que pasaba, pero, por mucho que mi cerebro me gritara que me apartara, incluso que le diera una buena bofetada, no lo hice.Bueno, una chica debe alimentarse.Esa es una de las cosas más enfermas que has dicho en dieciocho años.Cállate y déjame ser feliz.El ritmo de ese beso me sorprendió —aunque de por sí ya estaba sorprendida por estar teniendo un segundo beso con Jed en un mismo día, so…—, no era lento ni con duda, como el de la tarde; sino que había ansias, me estaba besando como… con ganas.Sus labios se movían con destreza sobre los míos, y yo, sorprendentemente, le pude seguir el ritmo a la perfección. No había tenido más de tres novios, y jamás había besado a ninguno de esa manera tan feroz, pero al parecer, yo también sentía esa urgencia por probar los labios de Jed una vez más.Nos separamos cuando los dos nos quedam
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