Nos despertamos temprano.Afuera el campamento bullía de actividad y voces. Al fin y al cabo, no se puede esperar que tantas mujeres juntas, por muy cazadoras que sean, no charlen mientras hacen sus cosas.Apenas nos asomamos, Ariel llamó a Lucas para ir a no sé dónde con no sé cuántas y Abril, la hija de mi prima Almendra. Los despedí masticando mis celos y busqué café, mate o cualquier bebida caliente. Mi hermana Guadalupe me hizo señas desde una fogata a pocos pasos de la playa. Fui a su encuentro desperezándome. Apenas tuve en la mano el tazón humeante de café con leche, apareció mi hermana Julia. Me di cuenta de que me tenían flanqueada.—La abuela Clara te espera —dijo Guadalupe, tratando de atemperar la orden.Asentí resignada. Me acompañaron adonde se sentara la abuela Clara, con su aspecto tierno y frágil, a po
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