—Relájate bonita, que te va a dar algo— Me aconsejó Jenna por décima vez. Ella estaba acariciando mis rizos, que yacían esparcidos en sus muslos.—Es que es muy fuerte—sequé las lágrimas que rodaron por mi rostro y mojaron las sábanas—Jenna, por favor, entiéndeme.—Natasha sí, yo te entiendo, pero es que eres medio anormal.—¡Uy! gracias—agradecí con tono sarcástico.—Déjame ver si entiendo bien ¿Me haces venir a estas horas desde mi casa, corro el riesgo de que me roben el carro que me regaló Paul o que me violen solamente para escuchar que estás deprimida porque una zorra con pedigrí te dijo que tu chico no te quiere de verdad?—Sí, es exactamente lo que pasa.—Pero ¿tú eres tonta o naciste de culo?—Ni lo uno ni lo otro bonita—le dije mientras me sentaba en la cama- Simplemente estoy poniendo todas las cartas sobre la mesa, no puedo descartar ninguna posibilidad.
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