—¡No te acerques a mí, psicópata maldito! —gritó John en tono agudo, apuntándolo con el arma. Su boca se movía frenéticamente—. No más abusos, Judy. ¡Se acabó!—John, por favor. No hagas esto, estás confundido —replicó Judy—. Tengo dinero, John —continuó rápidamente, señalando una llave que llevaba colgada al cuello—. El capital de la Fundación. Sabes que es mucho dinero. Todo está aquí.—¡Cállate! Me encerraste en aquella habitación oscura y pensaste que ese sería mi final —exclamó John con una sonrisa macabra—. Pero no, para mí fue el comienzo. Créeme, tuve mucho tiempo para pensar y lo que parecían ser ideas confusas e inquietantes, se develaron en algo tan básico y tan evidente, Judy, que estás loco, ¡com
Leer más