—¿Todo está bien nena?—Sí, todo bien. ¿Cómo te sientes?—Bien, no te preocupes, ven aquí —estiró su mano sana hacia mí, Paloma abandonó la habitación y nos quedamos solos. Me acomodé al costado de su cama, acarició mi rostro y yo le sonreí satisfecha, agradecía cualquier roce con su piel, lo necesitaba. Lo ansiaba—. Estás comportándote como yo, debes relajarte, estoy bien.—No puedo. ¿Qué harías en mi lugar?—Vale, tú ganas. Pero ya estuvo —me besó, primero suavemente y luego más profundo. Ambos estábamos abstinentes de nosotros y apenas podíamos soportar el estar lejos.La noche cayó y todos se fueron, Ari me trajo algo para cenar antes de marcharse.La enfermera entró con la cena para Dan, y comimos juntos.<
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