Poco a poco los días comenzaron a volver a la normalidad, y como bien me había dicho Dante, de a poco aprendí a vivir con el dolor, sabía perfectamente que no se iría, pero también sabía que aprendería a vivir con ello, ya lo había hecho una vez, podría hacerlo dos. El 12 de agosto me llené de ansiedad, era cumpleaños de Dan, quería verlo, llamarlo, pero no lo hice, sola en casa brindé a su salud.Volví a la terapia el lunes, la había abandonado por completo desde las vacaciones, pero realmente necesitaba alguien con quien hablar y que no me conociera y tuviera cariño, alguien imparcial y la doctora Aguilar era muy buena haciéndome ver las cosas. Hablamos durante dos horas esta vez, le conté lo que había pasado con lujo de detalle, las vacaciones, la muerte de mi padre, la reaparición de Dante, mi separación de Sebasti&aacut
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