CAPÍTULO L. JURAMENTO AnissaUn rato después, Gael me dijo que había un lugar que quería mostrarme. Tenía mucha curiosidad con respecto a de qué podía tratarse. Y estuve verdaderamente sorprendida cuando descubrí que era una oficina; un espacio amplio, con largas cortinas color crema, pisos de madera y ventanales que otorgaban vista a la paradera y, por supuesto, también a las cascadas.Fácilmente, podía decirse que aquel lugar tenía las mejores vistas de todo el Palacio.—De ahora en adelante, este espacio es tuyo, Anissa —dijo Gael, haciendo que me girara de las ventanas, hacia él. En sus labios había una pequeña sonrisa, pero en sus ojos se asomaba un rastro de melancolía—. Solía ser la oficina de mi madre. H
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