Capítulo 48

CAPÍTULO XLVIII. ALMA

Gael

La fiesta terminó en la madrugada e imaginaba lo cansada que estaba Anissa. Habíamos pasado muchas horas ocupados. Ella necesitaba dormir y descansar, por lo que la acompañé hasta el que seguiría siendo su dormitorio.

Cuando llegamos a la puerta, Anissa la dejó entreabierta, pero se dio vuelta hacia mí y sonrió ligeramente. Sus ojos verdes parecían brillar bajo la tenue luz de los candelabros.

Se veía tan hermosa.

—¿Cómo te sientes? —pregunté.

Ella tomó un breve suspiro, antes de responder.

—Todo esto ha sido… Impresionante —murmuró, sonriendo un poco más—. Una parte de mí aún tiene miedo, pero hay otr

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