BARCLAY —Quiero a esa zorra en El Cerezo Negro, hijo. —Lo sé, padre —contesto con el cansancio suficiente como para saber que no tenía ánimos de platicar con él, pero era necesario. —Estoy enterado de que tuviste ciertos contratiempos, ¿lo arreglaste? —mi padre me cuestiona y por el tono poco meloso y amable que tiene conmigo, sé de antemano que me está comparando con la forma de trabajo que ejercía mi pequeño hermano menor. «Maldita sea, ¿por qué tienes que ser así, viejo?» Mi padre... desde que nació mi hermano menor ha sido una lucha constante en comparaciones para él, cuando éramos niños nos enseñó la importancia de competir y ganar a toda costa en todo. Pero incluso sabiend
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