Nana, como yo misma la llamaba, comenzó a inspeccionarme todo el cuerpo a conciencia, recorrió cada espacio de mi piel como si quisiera encontrar alguna falla, un defecto, para después toser y alejarse, caminando directamente hacia una enorme maleta de dónde sacó mucha ropa muy provocativa, más humillada no podía estar, en ese momento me di cuenta y acepté a regañadientes que me había convertido en una prostituta en toda la extensión de la palabra, desde el momento en el que decidí acostarme con Barclay. Fue justo en ese momento que me vi en la penosa necesidad de morder mi labio inferior al recordar a Christopher, mi amigo... tal vez mi novio, y deseé que él hubiera sido en todo caso mi primera vez, y no el hombre que iba a matarme. —Elige uno de estos, pero hazlo bien, ya que de eso dependerá de cómo te vea el cliente —la anciana me miraba detenidamente, aún me encontraba desnuda pero
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