1 Desde el eco de un horizonte desconocido, una luz se asomó justo en donde la oscuridad estaba despedazada y la gravedad aún no nacía. Esa figura tan insólita, torpe y volátil se movía de izquierda a derecha, debilitándose cada vez más hasta apagar su brillo en lapsos tan cortos como el latido de un corazón. Su camino se extendía sobre aquel lóbrego paisaje, en el que todo era demasiado extraño y diferente, pues se encontraba afuera de la Tierra y afuera aun de la tercera dimensión. Aquel ser, quizá tenía un género, una moral, emociones y pensamientos que eran tan suyos e insólitos como su propio existir, pero por el simple hecho de ser adimensional, no podían ser llamados ni descritos como lo que realmente eran;
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