Entrar a la mansión Mykolaiv se había vuelto un remolino de emociones de todo tipo; ansiedad, por tan esperada entrevista de trabajo, cólera al ser tratada de forma tan humillante, exasperación por la actitud infantil de un hombre adulto y, para qué negarlo; deseo, un inexplicable y ardiente apetito por él.Pero ese día, mientras subía a rastras su maleta por la rampa de minusválidos, Katsumi estaba inundada de decepción, tristeza, miedo. Aquella, no era para nada una experiencia nueva, estaba lejos de serlo. Sentía que parte de su pasado se desenterraba ante ella, en un espiral de acontecimientos que se repetían. Sin duda, un Dejavu. No era la primera vez que se encontraba en esa situación, ya la habían usada antes como moneda de pago.Llamó a la puerta y esta se abrió de inmediato. Ver el rostro cálido de Fedora alivió un poco la
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