El Pueblo.
—La de mi cabeza, Draven. Antes pensaba que esa voz era mi madre, como se me aparecía pues pensaba que era ella, pero me he dado cuenta de que no, que esa voz no es mi madre. Me dice cosas, algunas veces me cuesta entender a lo que se refiere y otras es muy clara.—¿Me estas diciendo que tienes esquizofrenia?—No, claro que no, solo escucho una voz. Esa voz parece conocerme muy bien, saber cada cosa que pasé y pasaré en mi vida. Es extraño.Draven me miró con las cejas fruncidas y sonrió.—Yo estaré contigo, Brisen, no estás sola en nada —susurró acariciando mi mejilla.—Gracias.La puerta se abrió de golpe. Aiello entró asustado y con lágrimas en los ojos.—Es… Esto es, una cagada, muy grande.Hizo el gesto con los brazos. Draven y yo nos miramos.—¿Qué pas&oacut
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