21. De amante, a acosador.
No es un puto suicidio, es del todo lógico y natural, me repetí mentalmente, una y otra vez, auto convenciendo a mi falta de voluntad, la cual no deseaba girar en dirección contraria, en la avenida que me llevaría de vuelta a ella. Seguramente sea una idea estúpida, incluso denigrante, le respondía mi parte más vanidosa que no deseaba volver a sentirse desechado ni en clara desventaja por mis evidentes sentimientos. Pero una vez más, mi necesidad se anteponía a cualquier acto racional y simplemente aparqué cerca de su portal, allí donde una vez entraba sumido en el placer de su abrazo, grabado a fuego en mi mente el lugar donde volverlo a encontrar. Mi mente bullía ante una secuencia de escenas. En unas, ella me recibía abalanzándose sobre mí nada más verme frente a su puerta, como poseída por el anhelo de tenerme cerca... ¡Dios qué placentero se veía eso! La sola posibilidad me hacía sonreír de satisfacción. En cambio, en otras, también viables a mi pesar, me miraba c
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