Me imaginé a William mirando entre mis muslos y se me estremeció el sexo. Me sentía tan pesada y mi coño latía humedecido. A continuación; un líquido viscoso y helado, cayó sobre mis nalgas, humedeciendo sin control mis piernas, mi coño y las sábanas. No tuve tiempo de reaccionar, porque alguno de los dos inició a frotarme sin control la colita, desatando chipas de placer. Pensé que eso sería todo, pero estaba equivocada. Me tomaron de nuevo como una pequeña muñeca de trapo y me colocaron de cuatro encima de William, era extraño, de todas las maneras posibles ¿debía decir algo? ¿Besarlo o contarle un chiste? Solté un grito cuando lo sentí presionado contra la entrada de mi vagina; estaba tan qué duro que automáticamente mi cuerpo sucumbió a él. Estiré la mano y le clavé los dedos en los músculos de los hombros, a la espera que se sumergiese, sin embargo, se limitó a rozarme su glande por mis jugos. Me tensé cuando el colchón cedió ante el peso de Müll
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