Arlet llevaba un elegante traje negro, con una corbata negra y una camisa de vestir negra debajo. Llevaba peircings en las orejas, tenía la cara bien afeitada y el pelo perfectamente gelificado. Me sonrió el hermoso diablillo, sus dientes eran blanquecinos, sus gélidos ojos azules me miraban como diamantes. Se paró alto frente a mí, yo era una chica bastante alta, pero todavía estaba casi a un pie por encima de mí. Su muñeca brillaba con un reloj Rolex de oro, sus dedos estaban llenos de anillos. -Jesús, Sasha. Te ves hermosa- Respiró mientras me miraba. Me sonrojé, sintiéndome como una niña mareada. Ese era el poder que tenía este hombre sobre mí, cada vez que me miraba, me ponía mariposas y sentía que necesitaba recuperar el aliento.
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