KimEra obvio que Alex le diría a sus padres que nos habíamos casado, y más al enterarse de mi embarazo, pero no contaba con que decidiría volar directo desde Las Vegas para hacerlo. No estaba preparada para enfrentar a su familia, sobre todo por las mentiras que seguía ocultando, que eran como una guillotina colgando sobre mi cabeza.Tú puedes con esto. Ya convenciste a Alex, no debería ser más difícil con sus padres, me dije mientras el taxi se detenía delante de la casa.—Bien, aquí vamos —dijo Alex con una sonrisa y me dio un beso en los labios.Alex se encargó de nuestro equipaje y me condujo por un sendero de piedras que llevaba hasta el pórtico de la casa. Era una típica vivienda de los suburbios hecha de madera, con una chimenea, techo triangular, jardín cuidado y bonitas flores adornándolo. Un juego de escaleras est
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