Capítulo 11 La respiración de Mel sale suave, casi imperceptible, pero su presencia es innegable. Durmió toda la noche sobre mi pecho luego de hacerle el amor las veces necesarias para creer que era cierto. Jamás llegamos a la piscina, pero sí a la ducha, donde hicimos más que bañarnos. Mucho más. En la alcoba, todo se trató de ella, de demostrarle su valía, de llevarla al cielo cada vez, pero en mi baño, fui yo el mayor afortunado. Solo de recordarlo, la tensión y el anhelo reviven.Las sábanas apenas cubren la piel canela de Mel, dejando expuesta su espalda y una de las piernas que envuelven las mías.Desnuda, Melissa Sánchez está desnuda sobre mí. ¿Quién lucha contra eso?Con la intención de despertarla, paseo mis dedos suavemente por su espalda sedosa; su piel es mi alimento y estoy muy hambriento. L
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