Volver a la fiesta era una necesidad, sin embargo, no tenía fuerzas para volver. Jessica salió del baño, y se encaminó de regreso a la escalera, pero en vez de bajar, se sintió tentada a recorrer el lugar, de ese modo podría calmarse un poco, regresar a su centro y retomar el control perdido gracias a ese condenado Vikingo. En perspectiva, todo lo que se consumaba con esa intensidad se hacía en un corto tiempo y tenía la seguridad de que no había pasado más que media hora, lo cual no era descortés, tomando en cuenta que podía alegar que estuvo hablando con algunos invitados o recorriendo la hermosa mansión. No le importaba dónde estaba Greg en ese momento, a fuerza de voluntad, sus emociones respecto a él estaban cerradas a cal y canto, hasta que estuviera en la intimidad de su habitación de hotel. Suspiró, deteniéndose a mirar un hermoso cuadro de cinco niños, cuatro de cabellos oscuros y uno rubio. ―Nos fue difícil mantenernos quietos el tiempo sufi
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