Al día siguiente cuándo desperté, ya tenía una hermosa mesa con el desayuno servido y un ramo de rosas, con una nota que decía: “Princesa, por favor perdóname”. Me levanté de la cama y me senté en la orilla, sintiéndome fatal, estaba cansada, triste y desilusionada. De pronto, David tocó la puerta de mi habitación.- Itziar, ¿Puedo pasar, mi princesa? – Me preguntó David, con un tono de voz triste.- Sí claro, adelante – le respondí yo, casi sin ánimos de nada, al tiempo que David, entraba en la habitación.- Mi princesa, mi papá te preparó de desayunar y te he traído tu maleta para si quieres bañarte, cambiarte o lo que sea. Itziar yo quiero… – me dijo David pero se vio interrumpido por mí.- No quiero hablar David, gracias por el desayuno y por tomarte la molestia de trae
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