Tocamos tierra, era el filo del amanecer, estaba comenzando a salir el sol, aunque ciertamente debo admitir que todo el viaje estuve más pendiente de mi esposa que del paisaje , además claro que en la oscuridad de la madrugada no hay mucho que ver, me quito el sombrero con la habilidad de este piloto.Al bajar del aparato, mi esposa se fue detrás del avión a vomitar, por lo que no me di mucha cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, mientras la ayudaba en el trance escuché gritos, saludos y algunas palabrotas.Tocan el hombro, es mi amigo Ramiro, no me di cuenta en principio, su estampa distaba mucho de la que tenía la última vez que nos vimos allá en Roma, hoy cargaba jeans desteñidos, zapatos de esos que usan los obreros de los países del primer mundo, que de tan cómodos merecen ser utilizados para diario y la barba de los últimos quince días cuando menos, si no es por su voz me hubiese asustado, claro, al reconocimiento fue el abrazo, el saludo fraternal de quienes c
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