Cuando por fin lo convenció para entrar al consultorio para que contara su historia, se largó con un cuento largo, la novia millonaria era una tal Adelaida, hija de un petrolero argentino de madre italiana, tenía 25 años, se habían conocido el año pasado mientras el apostaba en un casino en Mónaco, decía que el romance llegó hasta Buenos Aires donde tenía un apartamento de mil metros cuadrados en pleno centro de la ciudad, con ascensor privado, valet parking y diez empleados domésticos para ella sola, su padre le daba de todo a manos llenas y proyectaban tener seis hijos, todos se llamarían Luis.Ante el estupor de la psicólogo, para seguir indagando le preguntó cómo se trasladaron tan fácilmente por toda Europa y parte de sur América, me dijo que lo hacían en la flota de aviones privados del padre de la joven.El día anterior lo habían bajado a la fuerza de la terraza del hospital pues aseguraba estar esperando a la novia imaginaria, sedado gritaba que ahí era
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