Hugh levantó la mirada y se encontró con los humedecidos ojos de Esteban. No se dejó conmover, e hizo una mueca socarrona.—Tenía muchas ganas de leerte esta carta. Muchas ganas—. Esteban permaneció en silencio, pero Hugh no—. La otra carta, donde te pide perdón, contiene las lágrimas de Jorge, porque odió tener que escribirla; pero que tú fallaras era una gran posibilidad, la posibilidad que, al fin y al cabo, ganó. En ella, Jorge le deja tu parte también a Diana y a Daniel, pero ellos no lo sabrán sino hasta que se complete el año de la muerte de Jorge y ya Diana esté embarazada de su primer hijo, o éste haya nacido. Ese niño heredará tu parte, y no habrá nada qué hacer al respecto. Desde ahora, y para siempre, has perdido todos los privilegios de tu apellido, la consideración por parte de la sociedad, el apoyo de cual
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