—Entonces, ¿te enamoraste? –le preguntó Diana a Marissa, y ésta sólo sonrió.—Es increíble, pero me pasé el último año llorando por Simon, y de repente, ya ni pienso en él, ni lo recuerdo, ni nada. Siento un ansia diferente, más… fuerte.—Así que amas más a David de lo que alguna vez amaste a Simon. Te ibas a casar con él. ¿No te asusta eso?—En cierta manera; pero a la vez, me da confianza. Yo nunca renunciaría a David como lo hice con Simon. Nunca.—¿Y si él se llegara a enamorar de otra mujer? –Marissa sintió un pinchazo en su corazón.—Si eso llegara a suceder –y golpeó con un nudillo la madera de la mesa en la que estaban sentadas—, lucharía por él, con todas mis fuerzas, con todo lo que tengo, hasta recuperarlo. Pero n
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