El Dr. Hayu Takiro llegó a su apartamento tras una larguísima jornada de doce horas de trabajo. Exhausto, agotado, casi no podía moverse. Siendo médico, vivía en un miserable lugar en una zona pobre de Tokio, a casi dos horas de su lugar de trabajo. Era todo lo que podía costear, y no porque ganara mal. Al contrario, sus muchas horas de trabajo eran suficientes para pagar un apartamento de lujo en una de las más caras torres residenciales. Pero ese dinero no le llegaba. Y la causa no eran las deudas (no porque no tuviera muchas, pues había tenido que sobregirar sus tarjetas de crédito y pedir préstamos onerosos para poder terminar el mes más de una vez). Desanimadamente abrió su refrigerador. Tenía una muy poca comida; una botella de leche probablemente ya agria, un limón y una caja con restos de comida china. No tenía tiempo para cocinar ni mucho dinero para pedir, así que tuvo que conformarse con eso, se llenó el estómago lo más que
Leer más