Todos los capítulos de Al final no era un cuento de hadas...: Capítulo 21 - Capítulo 23
23 chapters
Capítulo 21
Llegaron a la comisaría para dar declaración de lo sucedido en ese tiempo. Alex sujetaba a Maiia con fuerza entre sus brazos, como si temiera que fuese a desaparecer en cualquier momento. Apenas atravesaron las enormes puertas de vidrio lograron ver a Logan, con su aspecto agotado, como lo había tenido las últimas dos semanas, que observaba fijamente a su hermana a medida que se acercaba a él. Al lado de Logan se encontraba Pía, quien sujetaba con fuerza la mochila que había preparado para su tía con algo de ropa limpia y abrigada. La muchacha rompió en llanto en cuanto vio a la hermana de su padre en ese estado tan vulnerable. No dudó en soltar el bolso y correr a los brazos de la morocha que se encontraba en igual estado que ella. Ambas se fundieron en un cálido abrazo mientras que Logan las rodeaba en una actitud de protección y unión. Alex se quedó ap
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Capítulo 22
Su doctor le había recomendado ir a casa a asearse y descansar. Ellos se reencontrarían en cuanto la muchacha despertara, con energías renovadas y la cabeza un poco más despejada. Alex la llevó hasta el baño y, de a poco, le quitó la ropa. El morocho debió disimular su gesto de ira al ver las pequeñas muñecas de la mujer que estaban machacadas y aún con sangre. Las tomó con delicadeza y depositó un beso en cada una. Maiia aún seguía en silencio. Despacio, como si no quisiera asustarla, la guió a la ducha, dejando que el agua tibia acariciara la pequeña espalda de la morocha para luego comenzar a verter un poco de shampoo en el corto cabello de la mujer. Maiia aún estaba ausente, ajena a todo lo que ese hombre hacía con ella. Ajena a que ambos estaban dentro de l
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Epílogo
Cuando le preguntaron a Davne por qué secuestró a la morocha ella simplemente despotricó contra la mujer y su hijo. Dijo que ambos la habían abandonado a su suerte y ella no tenía nada de dinero ni para comprar alimentos. Estaba muriendo de hambre y a punto de ser expulsada de su casa y, ni “esa estúpida” ni “el imbécil de su hijo” se dignaron a tenderle una mano. Aseguró que ellos la habían obligado a cometer aquella estupidez y que jamás lo habría hecho si su vida tuviera mejores comodidades. Explicó, una y otra vez, que ella era una buena ciudadana, preocupada por cumplir la ley y esto solo había sido un desliz en su impecable vida. De más está decir que Alex simplemente se puso de pie y abandonó la sala donde se llevaba adelante aquel juicio. Ya le tocaría a él declarar y ahí tiraría ab
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