Era hora de pelear, evidentemente, pero Aidan se había quedado paralizado. La traición de su padre le había dolido en lo más hondo, pero apenas había tenido tiempo para procesarla, porque Maddox le había enviado el resto de sus pensamientos con una fuerza tal, que parecía imposible que pudiera reaccionar.Que Maddox se hubiera atrevido a poner una sola garra sobre Rhia era insoportable; pero lo peor era saber que tenía tanto derecho como él, o, mejor dicho, tantas oportunidades… No, no, eso tampoco era correcto, porque Maddox no había cometido la cantidad de equivocaciones que había cometido él.—Tú eres la otra pareja destinada de Rhia… —murmuró.—Y tú eres bonito, pero a mí los tríos no me gustan —se rio Maddox tomando una posición ofensiva.Lo vio darle vueltas a la Keqzhara en
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