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Johanna se quedó conmigo hasta que llegó la hora de su próxima clase. Luego se fue.Desde ese momento, ese preciso momento en el que mi mejor amiga atravesó la puerta para no llegar tarde, empezó un período de mi vida, un lapso de tiempo que yo llamaría no mucho después "la purga". Sí, era eso exactamente lo que era. Era mi propio proceso de desintoxicación. Sacar de mi vida y de mi corazón cualquier rastro de Will Robinson que pudiera haber quedado accidentalmente esparcido por ahí, olvidar de una vez por todas no solo a él, sino todo lo que me pudiera evocar su recuerdo.Pasaron algo de tres semanas. Para mí parecían años. No sabía si era por mi lastimada noción del tiempo o por mi purga, pero así era. Esas tres semanas parecieron transcurrir en milenios, y los segundos, los minutos, las horas, se deslizaban tortuosamente sobre mí
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31
Tarde.Tarde, tarde, tarde.—Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda… —gruñí calzándome las zapatillas y sin haberme dado siquiera una ducha de dos minutos.El sudor me corría por la frente y esa mañana en particular mis manos se habían vuelto especialmente torpes, lo cual convirtió la simple tarea de atarme los pasadores en una lucha titánica.—¡Ya, joder, ya! —chillé antes de terminar.Me levanté de la cama como un rayo, tomé mi mochila del suelo y corrí hacia la oficina de Gibson con el celular en la mano para tener la oportunidad de ver la hora en el camino.¿Pero para qué carajo he traído la mochila?Quizás había sido el reflejo que usualmente tenía cuando me levantaba tarde para ir a clases. Hubiera bastado que llevara el trabajo para Gibson entre las manos y y
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—¡¿Que Will hizo qué?! —chilló.—Baja la voz… —insté.—No, espera, ¡¿me quieres decir que quiso volver a hacerte…?!—¡Shhhh…!—Está bien, está bien, voy a calmarme…—…—…—…—¡¿FUE BESO CON LENGUA O COMO EN LA PRIMARIA?!—¡Por favor!Tal vez no había sido tan buena idea contárselo a Johanna de una manera tan directa. Pero eso era inevitable, ella después de todo era mi mejor amiga.—¿Por favor qué? ¡Necesito saber! —chilló nuevamente la castaña con los ojos brillantes de emoción.—Querer y necesitar no son la misma cosa —exhalé dejándome caer de espaldas en mi cama.—Pfff, simples tecni
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William Robinson cumplió su palabra. Es decir, no es que no lo hiciera usualmente… bueno, en realidad sí, ese idiota era un niño grande.Pero lo hizo. Lo primero que hizo al terminar el día, fue dejar a Valerie. Fuimos juntos, en realidad. Will llamó a Valerie a un lado alejado del comedor, a la hora de la cena. Por indicación suya los seguí y me agazapé en un rincón en el que ninguno de los dos podía verme. Yo le había dicho a Will que eso no era necesario, pero él había insistido en que yo tenía que verlo.—¿Qué pasa, Willy? —sonreía Valerie—. ¿Para qué me has traído aquí?Acto seguido se acercó a Will y deslizó coquetamente sus manos por las fornidas costillas del rubio, pero él las apartó con delicadeza y cortesía.Sinceramente lo que pasara con el
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—Respira…Yo temblaba. Temblaba demasiado. No, no podía ser.—Ethan, tranquilo…Inhala.Exhala.Inhala.Exhala.No llores.Inhala.Llora.—Ya… tranquilo —Johanna dejó que me acurrucara entre sus brazos mientras el llanto me consumía.Estábamos en un rincón de mi habitación con las luces apagadas. Yo había salido corriendo del lugar, no había resistido las miradas un segundo más. Johanna había salido justo detrás de mí, y Will… no tenía idea de dónde podía estar él.—¿Por qué me pasan estas cosas, Johanna? —lloré. El pecho me dolía de tanto sollozar.—Son unos hijos de puta —dijo amargamente mientras acariciaba mi cabell
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—¿Ethan?Nada. Los golpes en la puerta no cesaban.—Eth, sé que estás ahí, abre la puerta.Ya casi no podía respirar. Estaba sentado abrazando mis rodillas y con la espalda apoyada en un costado de mi cama.—¡Ethan, abre! —más golpes—. ¿Qué fue lo que pasó? Acabo de ver a tu padre irse en su auto…Más silencio. Y dolor consumiendo cada centímetro de mí. ¿Acaso no había nada que pudiera pararlo? Sí, sí lo había… y estaba a unos metros de mí, golpeando la puerta.Antes que Will hubiera podido decir otra cosa, corrí a la puerta, la abrí lo más rápido que pude, y una vez frente a él lo abracé con todas mis fuerzas.—¿Pero qué pasó, Eth? —preguntó en voz muy baja rodeándome con s
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Will y yo despertamos más temprano de lo que nunca habíamos despertado desde que nos habíamos reencontrado. Nos vestimos rápidamente e hicimos nuestras maletas, lo cual no fue muy complicado, porque de hecho casi no habíamos desempacado.Will sabía en dónde estaba la habitación de sus padres. Aunque yo le había dicho que no tenía el valor para entrar con él, tal y como había hecho con la confrontación con Valerie, me había pedido que lo acompañara para que fuera un testigo externo.Tomó un poco de aire antes de entrar. Luego lo hizo, dejándome a mí tras la puerta.—Buenos días, mamá —oí que decía.Acto seguido, el sonido de un beso que yo juraría que había sido en la frente.Mi sentido de la audición era tan agudo en ese momento que me sentí asustado y orgul
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La conmoción fue tan grande que me arrojé a los brazos de Will sin importarme cualquier otra cosa. Mi corazón latía frenéticamente atrapado entre mis costillas, la sangre en mis venas corría a una velocidad maratónica y las lágrimas de felicidad amenazaban con escaparse de mis ojos.¿De verdad no era una alucinación o algo parecido? Es que parecía tan irreal…—¡Te amo! —me gritó Will mientras me daba vueltas en el aire.—¡Vas a dejarme sordo, idiota! —le grité en respuesta.—¡Igual, te amo!—¡Y yo a ti!Ambos estallamos en sonoras carcajadas que debieron haberse escuchado hasta el gimnasio. Yo aún no lo podía creer. Llegué a pensar incluso que era uno de esos momentos en los que te quedas dormido y sueñas con utópicas maravillas.Ese no era, sin
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Al despertar me di cuenta de que no tenía frío, lo cual era muy extraño, porque la ventana después de todo aún seguía rota.Dejé de extrañarme cuando encontré el fornido brazo de Will rodeándome. Su calor me abrigaba mucho mejor que cualquiera de mis sábanas, así que era natural que fuera él quien me había mantenido resguardado del frío por la noche.Desperté temprano, y él aún dormía. Esa había sido nuestra rutina desde el primer día de clases. Lo miré con nostalgia… y luego mordí mi labio.No podía discernir a ciencia cierta si lo de la noche anterior había sido real o se había tratado de uno de esos sueños que yo solía confundir con la realidad. No podía concebir que eso había pasado entre nosotros.Había sido el momento m&aacu
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