Una fragancia a limón inundó mis fosas nasales, a la vez que recorría el lugar con mis ojos. Las paredes eran blancas, y los pisos de color madera oscura, casi negra. A la derecha, había una mesa de vidrio con un juego de sillas negras de cuero. A la izquierda, una cocina separada por un desayunador, de mármol negro. Noté que la mayoria de los muebles eran negros con detalles en blanco. No sé porque pero no me sorprendía. En cierto modo iba acorde a su personalidad, con ese contraste entre claro y oscuro. Al fondo de la habitación, aunque no estaba dividido por nada, se notaba otro espacio, una sala de estar. Había un pasillo que se curvaba hacia la izquierda, y un enorme ventanal a la derecha, con un sillón blanco y una televisión... plasma...como de 70 pulgadas. Ni siquiera sabía que existían tan grandes.
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