No recuerdo bien los eventos durante aquella tarde en que ataqué Samael en mi departamento y le consumí la sangre clavándole mis colmillos en el cuello. Pero si sé, que poco después arribó Draken. —Bien hecho... Helen, muy bien hecho. Te felicito. –Dijo jactancioso. Se disponía a finiquitar a Wang consumiéndole cada gota de sangre, cuando una ballesta encendida lanzada por uno de mis cazadores guardaespaldas, casi lo hiere, huimos a toda prisa. Aunque nos perseguían en vehículos negros, Draken contaba con una fuerza sobrehumana propia de su identidad vampírica, por lo cual, mientras corría a una velocidad asombrosa, me cargaba sobre su espalda, bien aferrada a sus hombros. Así, con el tiempo, fuimos capaces de burlar a los cazadores. En la noche, llegamos al aeropuerto donde esperaba el jet privado. Allí estaban ya Fray Abraham, T
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