CAPÍTULO 44. LÍA ANGÉLICA
Liuggi se sentía destruido le parecía una pesadilla, se repetía una y otra vez en su mente “Esto no está sucediendo, solo es un mal sueño, de donde pronto despertarás” se clavó las uñas en las palmas de las manos, tratando de despertar de ese horrible mundo donde sus pensamientos lo habían llevado, porque solo de esa manera podía explicarse lo sucedido. No obstante, sintió el dolor, nada se desvaneció, todo seguía allí, era la real, su cruda y desagradable realidad. —¡No! ¡Tú no puedes irte! Debes escucharme. Debes saber la verdad, siempre fuiste tú, por favor Lisbani, amor, no me dejes, ¡No sabías que eras Tú! Tanto tiempo junto a ti y fui un ciego, un idiota. Mi amor no. ¡Yo te amo! ¡Quédate conmigo!—decía mientras la abrazaba y se le tiraba encima—Lis no me hagas esto, por favor, preferiría mil veces morir yo. ¡Oh Dios mío! ¡Qué dolor más grande! ¡Lis no me dejes cuando apenas te acabo de encontrar! El doctor intentó calmarlo, s
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