SAMANTA Todo lo que había oído de su boca parecía un sueño… un sueño que probablemente jamás se haría realidad, pero mi pecho tiritaba de alegría al percibir en sus palabras una absoluta sinceridad. Sin embargo, estaba aterrada; tenía pavor al momento preciso de mirar a la cara a las personas que decepcionaría con aquella decisión, además de temer lamentarme, porque, al final de todo, Rick no cumpliera su palabra. Sentí sus manos recorrer mi cuerpo de un modo distinto, como si se quemaran al tocar mi piel y, al mismo tiempo, tuviera miedo de lastimarme. Removiendo mi cuerpo bajo el suyo, había advertido cómo la luna llena nos regalaba su tenue claridad a través de los cristales. Elevé mi rostro en dirección a su cara para constatar que el hombre que me torturaba en sueños había cobrado f
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