Tal y como lo habían planeado, Jordan y Mariana se marcharon rumbo a la cabaña del bosque de Carlos. Era en un lugar apartado de la campiña, a unos 6 kilómetros del poblado más cercano, junto a un lago maravillosamente hermoso. Allí tenían planeado pasar unos cuantos días, para poder despejar sus mentes, pero sobre todo para poder conversar de todo lo sucedido, sin interrupciones ni presiones de ningún tipo. Necesitaban poner las cosas en claro, en perspectiva. Sabían, ambos, que habrían cambios, muchos cambios, por ello tenían que ponerse de acuerdo de cómo afrontarlos. Mariana, si bien estaba abrumada por todo lo acontecido, también estaba feliz, pues pasaría unos días en una cabaña con un entorno de película y con el hombre que amaba. Ella había visto a German e Isabel muy enamorados, pero cre
Leer más