ADIOS PARA SIEMPRESus labios bajaron de mi boca a mi cuello, mientras sus manos se metían dentro de mi pantalón deportivo. De pronto, se fue incorporando y tirando de la prenda a través de mis piernas, desarropándome a la vez en el proceso, aunque no hacía falta que lo hiciera con sus manos, ya que con esos ojos fuego, me había desnudado hasta el alma.Mi camiseta también desapareció bajo la acción desesperada de sus dedos. Mi pecho subía y bajaba por la impaciencia que mi cuerpo sentía de verse fundida a la del hombre que me convertía en fuego, de mis propias cenizas.Había quedado simplemente con el sostén color marfil y la braga a juego, con los ojos expectantes ante el siguiente movimiento de Henry. Sus ojos eran pura efervescencia, y con sus dedos comenzó a recorrer mi cuerpo, desde mi garganta, pasando por el relieve de mis pechos, cre
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