El tic tac del reloj y el sepulcral silencio lograban colocarme nervioso, observe nuevamente la hora y ya habían pasado veinte minutos de lo acordado. Suspire cansado, me levanté colocando las manos en mis bolsillos y ,antes de que pudiera pisar una vez fuera de la sala, una cabellera roja se interpuso en medio del camino. Sus mejillas coloradas y sus ojos claros me llamaron la atención al instante. Aquellos labios rosados, que estaban mordidos por si solos, y su intensa mirada, me desorientaron. -¿Eres Evans?- asentí y sonrió inspeccionandome.- Es un gusto verte, estaba esperándote. -Llega tarde, no tengo mucha paciencia para esperar. -Entonces será lo primero que tendremos que
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