Tamboreo mis dedos sobre mi pecho y seguí observando por el ventanal como la furiosa tormenta iba calmandose de a poco, las velas ya estaban terminando por derretirse asique prendi el velador de mi lado.
Rei al escuchar como algunas ollas caían al piso y Evans murmuraba por lo bajo, estaba intentado hacer algo comestible para los dos. Con semejante clima afuera, estaba más que olvidado la opcion de pedir comida, debíamos arreglarnos nosotros solos.
-¡¿Quieres que te ayude?! - pregunte mientras pasaba las manos por el edredón.
-¡No! ¡Quiero hacerlo yo solo!- grito desde la cocina y me encogi de hombros, permitiéndome envolver más en la frazada.
-¡Trata de no quemar la casa!- sonrei por que podía imaginar que estaría rodeando sus oj
¡¡Hola bellezas!! Espero que se encuentren muy bien! Quiero agradecer a todos quienes están leyendo esta historia, me hace super feliz como poco a poco esta historia esta creciendo. Besitos y nos leemos pronto!
Gire mi cabeza hacia la puerta, desde la sala se escucha una vibración seguida del comienzo de la melodía. Podía sentir mi cara arder al sentir como la melodiosa voz de Julia Michaels comenzaba a entonar la estrofa.- Adivino... ¿Heaven?- levante a penas mi mirada encontrándome con su sonrisa ladina. - No sabia que te gustaban las 50 sombras.Mordi mi lengua y me desenrolle de las frazadas para dirigirse hacia el pasillo, sin duda, a penas la vea, mataría a Dolores por cambiar el tono de teléfono la otra noche.Llegue a la desordenada sala y no lo encontre a simple vista, rebusque primero por la cocina pero no había más que cajones abiertos y paquetes de velas esparcidas por los mármoles de la mesa.Me acerqu&ea
Sentí unas suaves cosquillas sobre mi brazo, gruñi y tome más fuertemente de la tela grisácea. Pude escuchar mi nombres dicho muy despacio en mi oído, abri mis ojos encontrándome con los suyos y detrás de él, la cortina estaba corrida dejando ver el oscuro cielo.- Debemos irnos, ahora. - mencionó Evans y se sentó a mi lado cabizbajo.-¿Sucedió algo? - pregunte y me reincorpore sobre el colchón. - ¿Por qué estás así? Algo pasó.-No ha pasado, solo debo volver rápido a la empresa. - sonrió a penas y suspiró profundamente perdiendo su mirada en alguna parte de la habitación.Eran las 5
Termine por tirar el décimo quinto bollo de papel en el cesto de la basura, tome de mis cabellos y me deje caer sobre los otros cientos de bocetos debajo de mi.- Tranquila,Rachael.- levante mi vista encontrándome su apacible sonrisa.- No debes frustrarte.Lys se levantó del sofá y caminó hacia mi, apoyo sus manos sobre mis hombros descubiertos y comenzó a frotarlos.-Bueno en fin... este no está tan mal. - dijo pero podía notar su poco entusiasmo.Llevábamos más de tres horas y media tratando de encontrarnos, de que ella me dijera lo que quería en su colección y otro tiempo más tratando de que yo captara la idea. Sin duda, esto no estaba yendo
Bajamos del vehículo y nos encaminamos hacia la entrada, me mantuve en silencio hasta que el bullicio del restaurante me hizo prestar atencion. Caminamos junto hasta una mesa libre del lugar, en el transcurso me encontre con unos rostros conocidos y levante mi mano saludandolos, pero mi intento fue en vano.Doblaron sus cabezas como si no me conocieran, como si fuera un ente en sus vidas. Deje de repetir la accion y baje mi mano, que pronto fue tomada por Evans y la llevo hacia sus labios besandola.- Todo bien ¿no?- pregunto y asenti mientras dirigía mi mirada en el largo menú.Suspire y deje el papel de lado, me cruce de brazos y pasee mi vista por el salon hasta dar con aquella mesa. Mi sangre parecio hervir al verlos hablar mirando hacia aqui, sus risota
La música del ascensor era lo único que se escuchaba entre nosotros y cada uno se mantenían en cada esquina de la caja metálica.De reojo miraba a Evans, desde que habíamos salido del restaurante no ningún comentario ni objeción. Su semblante parecía tranquilo y despreocupado.-¿Vienes?- pregunto y me avergoncé al saber que me había sumido en mis propios pensamientos.Entramos al departamento y la calidez de la calefacción nos envolvió. Deje mi bolso en el sofá y, acostada desde allí, podía ver un breve espectáculo que estaba dándome el azabache desde la cocina.Apretaba con fuerza el vaso y tomaba con prisa un
La Cita Cincuenta Y Siete. Me removí en mi posición y sus brazos estrecharon mas mi cuerpo, comencé a despabilarme al sentir como sus dedos se movían inconscientemente detrás de mi nuca. Abrí mis ojos y a pesar de estar en la plena oscuridad, aprecie sus relajadas expresiones, sus labios estaban entreabiertos que dejaban escuchar sus respiraciones profundas, y de vez en cuando, uno que otro ronquido. Las sabanas azules cubrían nuestros desnudos cuerpos y me sentí bien al estar rodeada de su caluroso cuerpo, lo había extrañado mucho. Deslice mis manos por su cintura abrí completamente a el, sin dejar un mínimo de espacio. -¿A qué se debe tanta fuerza?- su adormilada y ronca voz me tomo por sorpresa.- Te aferras como si pensara irme.
Los finos tacos de mi zapatos negros resonaron al subir los tres escalones de piedra blanca, alise mi pollera acuadrille y comencé a avanzar por la blancura del cerámico. Atravesé las costosas puertas francesas, donde las cortinas color crema remolineaban sin parar producto a la brisa de afuera, dos ballestero de chaqueta roja me sonrieron y abrieron las inmensas y antiguas puertas del salón. Sonreí de gusto al sentir el delicado olor de flores naturales, una melodía clásica resonaba por el salón a un nivel muy mínimo y agradable. La galería era extensa, y variados cuadros y esculturas se expandían en el. - Me alegra que estés aquí.- gire y Bernardo estaba en su impecable traje azul a mi lado.- ¿Todo bien? -Perfecto... Es decir, estoy perfecta.- moje mis labios y trate de tranquiliz
La Cita Cincuenta Y Siete. -¿Estas segura de llevarlo allí?- era la quinta vez que el Señor Ross me preguntaba mientras los bartelleros trataban de guardarlo bajo prisión en el extenso vehículo. -Muy segura.- los muchachos suspiraron de alivio al terminar de colocar el cuadro y cerra la puerta. Me acerque aplaudiendo y Bernardo les ofreció una proponía ante su gran ayuda. Me senté en el asiento copiloto y observe como la felpa roja me hipnotizaba por el espejo, ansiaba de ganas de verla reluciendo en la pared de alguna habitación de la casa. -Mark te tiene mucho aprecio para hacerte una obra exclusiva.- menciono desairadamente mientras encendía el motor del vehículo.- El no suele regalar obras tan fácilmente. -Estaba en falta conmigo.- dije y sonreí al recordar su rostro fruncido en un dulce puchero.- Es un pedido de disculpa mas que un regalo. -Lo se.- musito y emprendimos viaje sobre la carretera. El silencio