Corrí lo suficiente para luego caminar detrás de él sin ser vista, sin embargo, era obvio que me habría escuchado por las retumbantes pisadas de mi carrera.Pero Aitor no se detuvo ni volteó siquiera a verme. Algo de mí me decía que estaba haciéndose el indignado y el difícil, pero otra parte me decía que me estaba dando tiempo para pensar y planear qué decir, si darme la vuelta o seguirlo. Decidí guardar silencio y caminar a unos siete metros de distancia detrás de él, en algún momento tenía que percatarse de que estaba siguiéndolo y voltearía a confrontarme, y en ese momento le diría todo, no importaban las consecuencias.Mientras avanzábamo
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