Kalil. Su cuerpo vibra en mis brazos como si no soportase resistir más a lo que está sintiendo, sus manos se esparcen por mis hombros y por mi espalda de forma apresurada, sacando la camisa totalmente agitada para que nuestros cuerpos puedan hacer contacto. Un gruñido ronco sale por mi garganta cuando su piel y sus pechos tocan el mío, mi piel se enchina al instante y Saravi se arquea estremeciéndose ante el roce. —Kalil…—pronuncia desesperada, su rostro está rojo ante la temperatura elevada, pero su mirada solo me dice que quiere lo mismo que yo. La unión de nuestros cuerpos. —¡Mírame, Saravi! —Indico tomando su rostro, a la vez que mi cuerpo presiona el de ella contra la pared—. Dime que quieres ser mía, ¡Di qué, lo quieres! —Yo soy tuya, Kalil, soy tuya y siempre lo he sido… Sus palabras crean un choque profundo en mis sentidos, uno que jamás viví con otra persona, el significado de sus pal
Leer más