Hemos llegado a Monte Carlo hace solo treinta minutos, estamos llegando a casa y hasta este momento el señor Saint Amour no se ha separado de mi mano por ningún solo segundo. Ni siquiera cuando lleva un gran rato hablando por el móvil con solo el sabe quien, puedo entender algunas cosas que dice en aleman pero no comprendo a plenitud de lo que se trata. —Husher te lo estoy diciendo por las buenas. —gruñe. Me mira a mi. —No, no vas a conocerla. Joder... —rueda los ojos y termina riéndose. —Hola Rhoesia, si... seguramente, no estoy haciéndome el serio, ¿vas a ayudarme? —pregunta más tranquilo. ¿Quien es Rhoesia? No soy celosa pero... —Bien. Te lo prometo, me parece, si es lo que quieres. Esta bien, te espero. —sonríe lascivo. Entrecierro los ojos cuando cuelga la llamada y me mira, con una ceja arqueada. No voy a preguntarle nada. —Rhoesia es la hermana de un amigo mío. —explica. —Creí que no tenías mas amigos que Miguel. —el desinterés en mi voz me puede, parezco de lo mas inter
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