El único dueñoGinaEsto de ser estudiante universitaria me pasaba factura. Estaba agotada y pensaba que mi cabeza en cualquier momento iba a estallar, pero sentía una extraña satisfacción en todo aquello, pues conocía a nuevas personas. Genave, quien se inscribió en un postgrado solo para poder vigilarme de cerca, hacía mis días aún más llevaderos. Sin embargo, aún me hacía falta una parte de mí, esa que le pertenecía enteramente al hombre al cual le entregué todo. No hablaba solo de la tan preciada virginidad, hablaba del anhelo de mi corazón, ese que se moría por estar con él, por verlo de nuevo, por estar en sus brazos.El cielo se tiñó de un color grisáceo aquella tarde y el edificio de apartamentos donde vivía se veía más horrible que nunca. Me despedí
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