Oscuro deseo
Gina
Nos encontrábamos abrazados en el pequeño mueble que adornaba mi ventana mirando la lluvia caer. No habíamos dicho nada, simplemente disfrutábamos del calor de nuestros cuerpos desnudos y de la perfección de aquel momento. Él tenía algunas cosas que decir y yo las iba a escuchar, ya que para salir adelante necesitábamos cerrar aquel capítulo. Teníamos que dejar todo atrás y seguir adelante sin mentiras, sin rencores y sin engaños.
—Hice un trato con los Berlusconi. —Lo escuché con mucha atención—. Sé que quizá no sabes cómo ellos han hecho su fortuna.
La confusión que mostraba mi rostro le había dado una respuesta.
—Su marca es reconocida a nivel mundial, así que no hice muchas preguntas —comenté con sinceridad.
Pareci&oacut
Arder en el infiernoAlessioLa observaba recogerse el cabello e inspeccionarse en el espejo con atención. Nunca me cansaría de contemplarla. Podía acostumbrarme a mirarla hacer aquello todas las mañanas sin problema alguno. Era demasiado bella, única e inigualable. No veía el momento en el que se convertiría en mi esposa. Me regaló una sonrisa a través de su reflejo y llevó sus pasos al baño. No quería que se marchara, pero tenía clases esta mañana. Acepté sus condiciones, así que lo tenía que soportar.—¿En serio no dejarás que te lleve? —Asomó la cabeza por la puerta y me miró, fastidiada.—Ya te dije que Genave vendrá por mí. —Desapareció de nuevo.Salí de la cama para ir tras ella.—Puedes llamarla y decirle q
La vida y la muerteGinaLa cabeza me daba vueltas y sentía que iba a perder nuevamente el conocimiento. Escuchaba voces en la lejanía y mi estómago se revolvió hasta vomitar. No podía ver nada porque mis ojos estaban cubiertos. Las muñecas me dolían por lo bien sujeta que se encontraba aquella cuerda. Lo que ocurrió iba y venía en mi mente. Recordaba con claridad mi conversación con Genave de camino a la universidad, un zumbido, mi hermana llena de sangre y luego todo fue oscuridad.—Qué asco —escuché decir a una voz que no reconocía.Alguien más se acercó y sentí su respiración sobre mi cara.—Creo que es un efecto secundario del sedante. —Sentí miedo al oír ese tono que tanto conocía. Todo mi cuerpo tembló.Allí supe que mi vida corr&iacu
No hay vuelta atrásAlessioEsperé con impaciencia que aquel hombre llegara. Miré cómo la lluvia aumentaba su furia, igual como crecía la mía dentro de mí. Le advertí a ese sujeto que controlara a su hijo y le dejé bien claro que si intentaba otra cosa contra Gina no sería tan amable como la última vez. Percibí el temor en su voz cuando contestó mi llamada. Estaba decidido a quitar a Camilo del camino sin importar la maldita forma en la que debía hacerlo.—Alfredo Berlusconi está aquí.Lo escuché entrar con recelo en mi oficina y dejé el vaso de whisky sobre mi escritorio. Me giré para mirarlo. Pude darme cuenta de que él no estuvo al tanto de las acciones de su hijo. Este hombre no sabía siquiera de lo que su hijo era capaz.—Una estadounidense secuestrada y tra&iac
La brumaGinaEl lado de la cara donde Camilo me golpeó palpitaba de manera dolorosa. Abrí los ojos con dificultad. Traté de moverme, pero mis brazos y piernas estaban inmovilizados. Me asusté, pero intenté mantener la calma. Estaba acostada sobre una cama. Miré a mi alrededor para tener una idea de dónde me encontraba. Al contemplar una foto que colgaba sobre la pared que estaba frente a mí, lo supe de inmediato. Vi a mi costado y analicé a Camilo. Miraba con sospecha por la ventana, tenía un arma en la mano y parecía que pasó la noche en vela.—Despertaste —dijo cuando clavó su fría mirada en mí.—¿Por qué me trajiste aquí? —No reconocí mi propia voz, parecía una extraña.—Quería saber cuánto tardaría mi padre en descubrirlo.
Estar bienAlessioCaminé de un lado a otro con impaciencia en la sala de espera de aquel hospital. Esperaba por la familia de Gina. Ni siquiera sabía por dónde iba a comenzar a contarles toda la historia, pero de lo que sí estaba seguro era de dejarles saber que el hombre que le hizo esto a su hija estaba muerto. La casa se hallaba rodeada. No quedó ningún tramo de perímetro por cubrir. En cuanto puso un pie en el patio trasero, la lluvia de disparos resonó bajo aquella tormenta. Recuerdo haber sujetado a Gina con fuerza y luego gritarle a los paramédicos por haberla arrancado de mis brazos. Estaba perdido. Sin Gina nada tenía sentido.Genave entró corriendo, seguida por su padre y la madre de Gina. Me observó en silencio, se lanzó a mis brazos y rompió en llanto. El señor y la señora Stevens se quedaron a una distancia prude
LibertadGinaMe desperté sobresaltada por una pesadilla y sentí un punzón en mi costado derecho. La verdad llegó a mí como un balde de agua helada. Miré a mi alrededor con temor y ansiedad, pero el recuerdo de su voz comenzó a calmarme. Por él regresé y pude salir de la oscuridad en la que me encontraba sumergida. Por él encontré el camino hacia luz.Giré mi cabeza; me observaba fijamente. Su frente estaba arrugada y las bolsas bajo sus luceros evidenciaban que tuvo unos malos días, pero aun así era perfecto ante mis ojos. No había nada que pudiese hacerme cambiar de opinión. Era el hombre malo más sexi del mundo, el malo que nunca dejaría de querer.—Dormiste mucho —comentó con tristeza—. Tu familia está afuera esperando. Los llamaré. —Trató de apartars
Tocar el cieloAlessioLa luz de la luna provocaba que sus ojos brillaran y cada movimiento de sus caderas me hacía enloquecer mucho más. Aparté mi mano de su boca y me apresuré a colocar su cuerpo boca abajo. Recorrí con mi lengua su espalda hasta llegar a su culo, levanté sus caderas y enterré mi cara allí; deslicé mi lengua por su coño mojado. El sexo con Gina no era solo eso, era un viaje de descubrimiento que cada vez me dejaba aún más sorprendido. Nunca llegaba a obtenerlo todo y parecía que nunca podría saciar mi deseo por ella.La puse sobre mis caderas y nos volvimos nuevamente uno solo. El sudor mojaba nuestros cuerpos. Agarré uno de sus pezones con mis dientes mientras ella soltaba un gemido. Introduje mis dedos en su boca. Ella chupó y lamió. Mi cabeza voló y su coño se apretó c
FelicidadGinaAlessio me cargó en sus brazos. La fresca brisa de aquella noche acarició mi rostro. Me escondí en su cuello e inhalé su aroma. Caminó al interior de la casa sin siquiera quejarse de lo pesada que quizá podría resultar para él, aunque nunca había hecho algún comentario respecto a mi peso. Era maravilloso estar aquí de nuevo. Compartir parte de su vida me hacía sentir importante, y lo era. Sabía que era importante para él, solo que aún no me acostumbraba a ser la mujer del hombre más codiciado de toda Italia.—Puedes bajarme si quieres, sé que soy algo pesada. —Envolví mis brazos en su cuello y lo miré con diversión. Tenía un brillo que nunca antes vi en su mirada.Lo que fuese que hubiese preparado lo emocionaba.—Déjame consentirte. Tiene