Elizabeth. No me importaba como iba vestida, no me interesaba en lo absoluto el mono sucio que llevaba puesto o mi cabello desordenado, ni siquiera la pintura en mis brazos, yo solo necesitaba detenerlo, necesitaba hablar con él y hacerle entender que las cosas no eran como parecían, incluso aunque si lo fueran, necesitaba que me diera una oportunidad, pero más que nada de eso, necesitaba que siguiera creyendo en mí, aun cuando le estaba mintiendo y mi palabra hubiera dejado de tener suficiente valor.Con todo eso en la mente, y antes de si quiera poder pensar al respecto, yo saqué un par de billetes de dólar de nuestro fondo de emergencia, y salí tras de él, porque antes de que yo hubiera podido detenerlo para tranquilizarlo y pedirle que hablásemos, el ya había encendido el motor y se había marchado a hacer Dios sabe que, asi que no tenia de otra mas que tomar un taxi que m
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