Elizabeth.
Cuando llegue a casa todo estaba en silencio, Daniel no había llegado así que pensé en darme una larga ducha de agua caliente antes de que lo hiciera, deje las bolsas de papel que contenían lo que había comprado en el supermercado, y me quite los zapatos en el recibidor, me quite también el suéter que me había puesto y lo deje sobre el sofá, sabía que Daniel odiaba que dejara mis cosas por ahí tiradas, pero no estaba, así que me permití hacerlo.
Haber estado en el supermercado había significado todo un paseo para mí, porque lo cierto era que incluso la sección de refrigerados era mucho mas cálida que la casa en la que acababa de entrar, asi que sí, había pasado las ultimas tres horas comprando cosas que en realidad no necesitábamos porque tenia que estar sola, debía alejarme de allí y pens
Elizabeth. Habían pasado alrededor de seis meses desde que vi a Daniel por ultima vez, desde que nos despojamos de todo lo que fuimos y decidimos seguir adelante como si no hubiera lo suficiente para quedarnos un poco más y dar una última batalla, aun me arrepiento de eso, de no haber sido lo suficientemente valerosa para pedirle que se quedara un poco más, e incluso para demostrarle que aún había mucho que rescatar dentro de nuestra relación, me culpe durante mucho tiempo, por muchas cosas diferentes.Me culpe por no haber obrado bien, por haberle mentido en la cara, por haberlo engañado con William, y no me refiero solo al hecho de que hayamos tenido relaciones, no. Yo me arrepentía por haberle permitido a William entrar en mi corazón cuando ese espacio ya era de Daniel desde mucho tiempo atrás, me culpe además, por todas las mentiras, y por lo mucho que quise que ha
Daniel. -No entiendo porque no quiso que depositara el dinero en una cuenta de banco - Me dijo el hombre a quien había decidido vender la casa que durante mucho tiempo habíamos compartido Lizzy y yo.Ella no había participado en nada de eso, Elizabeth había dejado bastante claro que no quería volver a tener nada que ver con cualquier cosa que ella y yo hubiésemos compartido, así que yo tome la decisión, un mes después de que ella se mudó, yo puse en venta la casa, esperaba que eso fuera suficiente para pagar una deuda que me había estado persiguiendo desde el principio, y del mismo modo que me quedara lo suficiente para poder mudarme del todo a Nueva York, y empezar de nuevo…Me había repetido tanto eso en los últimos seis meses, empezar de nuevo, me lo dije mientras escribía aquella canción que me hizo un nombre en la industria, lo r
Elizabeth. Me di cuenta de que eso era mucho mas de lo que yo podía soportar en cuanto vi a Daniel alejarse por el pasillo y yo me quede allí, sintiéndome totalmente desestabilizada, esa visita rompió algo dentro de mí, y me hizo dudar de absolutamente todo, él me trato como a una cualquiera, y en realidad no sabía si eso distaba mucho de la realidad, no sabía qué pensar con respecto a casi nada en ese momento, solo sentía que el piso se tambaleaba bajo mi y que en cualquier instante podría desmayarme.-Elizabeth, ¿Estas bien? - Me pregunto William llevándome dentro de la habitación.Yo quería decirle que sí, que estaba perfecta y que la estancia de Daniel durante esos minutos no había significado absolutamente nada para mí, pero no me sentía lo suf
Elizabeth. -¿Seguro que quieres que yo te acompañe esta noche? - Pregunte mordiéndome el labio, aun con la leve esperanza de que William me dijera que me quedara en casa y que ya nos veríamos después del evento.-Por supuesto que quiero - Asintió mientras se anudaba el moño en su cuello.Esa noche era uno de los eventos más importantes para William, era una gala beneficia que organizaban en honor a los empresarios del año, William había estado en esa importante lista durante los últimos diez años, y ya me había dado cuenta que a parte del reconocimiento, también le gustaban las causas benéficas, el hombre era casi perfecto, no había un pero que yo pudiera objetar en su contra.Sin embargo no me sentía del todo cómoda acompañándolo, sobre todo, porque últimamente los reporteros le habían
Daniel. Cinco horas de vuelo eran las que tardaba el trayecto de nueva York a las Vegas, cinco horas en las que yo me permití pensar en si acaso aquello que estaba haciendo si era correcto, o era la estupidez más grande que había hecho en mi vida, ya le había pedido a la azafata un par de whiskeys, y sabía que no me iba a dar más, así que ahí estaba, bebiéndome el ultimo sorbo mientras esperaba que los últimos treinta minutos pasaran lo más rápido posible, porque entre mas lo pensaba mas mala idea me parecía, y sin embargo, sentía que ya no había cosa que pudiera detenerme.Nunca fui una persona extrovertida, nunca dije lo que se me viniera a la cabeza solo porque si, yo siempre lo pensé dos veces, siempre analice la situación a mi alrededor tratando de no dar pasos en falso, siempre hice lo correcto, pero me había hartado de e
Daniel. Resultaba que la fama y el reconocimiento eran dos de las cosas mas jodidas en el mundo, podía estar en la cima en el minuto uno y en el infierno en el minuto siete, era un sube y baja que no le garantizaba nada a nadie, ni siquiera al más talentoso, y yo por supuesto, no era la excepción.Después de haber estado esa noche con Elizabeth, no pude volver a escribir una canción más a parte de la que escribí en esa servilleta en el bar del Ceasars, era como si las palabras se hubieran quedado atascadas en mi garganta, como si de repente ya hubiera agotado ese recurso.Ya había dicho todo lo que necesitaba decir, y en ese momento, en que sentía que ya nos habíamos perdonado, entonces ya yo no tenia nada que reprocharle a ella, no tenia nada de que culparla en cada una de las estrofas, era increíble que aun cuando se tratara de sentimientos negativos, ella siguiera s
Elizabeth. -¿Qué te parece? - Le pregunte a William una vez que el encargado de organizar las colecciones en la galería terminó su trabajo.-¡Se ve perfecto! - Él miro a su alrededor y entonces me sonrió.Yo también me quede de pie allí, en el centro de la exposición, sintiendo los nervios a flor de piel, mire a mi alrededor, y entonces por un momento sentí que me iba a echar a llorar, yo era como esas madres orgullosas que se sensibilizaban cuando veían a sus hijos crecer, bien, pues esas pinturas eran mis hijos, yo había pasado tanto tiempo trabajando en ellas que verlas allí, colgadas en aquellas blancas paredes me hacía sentir nostálgica.Había pasado mucho en el tiempo en el que yo había pintado cada uno de esos cuadros, había aprendido a amar de nuevo, había sentido dolor, había olvidado,
Daniel. No supe como describir la sensación en mi pecho en cuanto nuestras miradas se cruzaron, en realidad no habría podido tener nunca las palabras que hicieran saber todo lo que mi alma estaba viviendo en ese momento, toda la felicidad que me embargaba verla allí de pie entre cada uno de sus lienzos expuestos, mientras las personas los miraban con curiosidad y se detenían minutos frente a ellos. Eso era lo que Elizabeth se merecía, eso y mucho más, ella merecía que cada una de sus pinturas llegaran hasta el lugar más recóndito del mundo, merecía mas que nadie el reconocimiento, sobre todo porque yo sabía, que ella paso demasiado tiempo escondida, mientras luchaba las guerras de otra persona. Las mías.Ella estaba preciosa, pero no como como aquella noche en que llegue de sorpresa a su habitación en el hotel, esa vez era diferente, se veía casi angelica