Habían pasado días, o eso creía Katerine, se le había acabado todo, su comida, su agua, sus remedios para el dolor y la fiebre. Y él no había regresado. Estaba en ese lugar imposible dentro de la montaña, sola. A veces, pensaba que escuchaba susurros, "el viento" se decía, pero, ¿no había también una leyenda sobre él?, lo ignoraba, pues no estaba dispuesta a invocar otra cosa mística que no fuera el hombre salvaje.Tiene que regresar, se dijo. Porque este es su hogar.Inevitablemente se sintió culpable y la sensación que abarcó su cuerpo le recordó aquel día en el baño del restaurante, cuando se desmoronó sintiéndose nada. Y es que ese día ella no podía dejar de pensar en que su vida no estaba siendo dirigida por ella, sino por personas como Jackson Trenn -que s
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