En nuestra sociedad, pudimos examinar al delincuente y a quienes hacían las leyes, y resultó más fácil y menos costoso quedarnos con el delincuente y reformarlo, que pagarles todo el dinero del mundo a los legisladores por hacer casi nada, ya que se reunían cuando les daba la gana y aprobaban las leyes que ellos querían, pues aunque usted no lo crea quien hace la propia ley también la delinque y muchas veces hasta con más fuerza que el común delincuente, porque siempre vive apoyado en ella.Lo peor del caso, era que la sociedad no podía elegir a un legislador honrado y serio, pues las propias leyes mantenían al pueblo condicionado para que tenga obligatoriamente que sacarlo del atolladero político. Y siendo así, por más que lo quisiera, jamás se encontraría con un legislador honesto. Estas irregularidades, en sus diferentes causas, tanto en la una como en la otra, h
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