Abro los ojos, la luz de la mañana se filtra por la ventana, una suave brisa entra por una pequeña rendija, es de madrugada, pronto tendremos que partir a Pompeya nuevamente así que me siento en la cama para desperezarme, no reconozco nada de lo que me rodea, mi cerebro todavía no despierta muy bien pero unos momentos despuedo puedo acordarme de mi último recuerdo de anoche, que se asoma a mi mente, después de mucho dar vueltas en mi cuarto me animé y me dirigí al cuarto de Ízan, me ganó la curiosidad, quería saber si era real su ofrecimiento, él me recibió con una sonrisa enorme en los labios, me invitó a pasar, charlamos un poco más hasta casi las doce de la noche, después nos acostamos y tan solo dormimos, como él me adelantó no hubo nada sexual, no se propaso, ni se aprovechó del momento, eso sí tal vez nos asomamos un poco para sentir el calor corporal del otro pero nunca pasamos los límites, en verdad, es un caballero como pocos.Busco a mi lado, Ízan no está, escuchó movimiento
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